Todo lo que debe saber sobre el ictus

Reconocer los síntomas de un ictus y buscar tratamiento rápidamente puede conducir a un mejor resultado. Los síntomas pueden aparecer sin previo aviso y pueden incluir caída facial, debilidad o parálisis y dificultad para hablar.

¿Qué es un ictus?

Un ictus se produce cuando un vaso sanguíneo del cerebro se rompe y sangra, o cuando hay una obstrucción en el suministro de sangre al cerebro. La rotura o la obstrucción impiden que la sangre y el oxígeno lleguen a los tejidos cerebrales.

Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), el ictus es una de las principales causas de muerte en Estados Unidos. Cada año, más de 795.000 estadounidenses sufren un ictus.

Sin oxígeno, las células y los tejidos cerebrales se dañan y empiezan a morir en cuestión de minutos.

Existen tres tipos principales de accidentes cerebrovasculares:

  • Ataque isquémico transitorio (AIT) Consiste en un coágulo de sangre que normalmente revierte por sí solo.
  • Accidente cerebrovascular isquémico consiste en una obstrucción causada por un coágulo o una placa en la arteria. Los síntomas y complicaciones de un ictus isquémico pueden durar más que los de un AIT, o pueden llegar a ser permanentes.
  • Ictus hemorrágico se debe a la rotura o fuga de un vaso sanguíneo que se filtra al cerebro.

Síntomas

del ictus

La pérdida de flujo sanguíneo al cerebro daña los tejidos cerebrales. Los síntomas de un ictus aparecen en las partes del cuerpo controladas por las zonas dañadas del cerebro.

Cuanto antes se atienda a una persona que sufre un ictus, mejor será su pronóstico. Por este motivo, es útil conocer los signos de un ictus para poder actuar con rapidez. Los síntomas de un ictus pueden ser:

  • parálisis
  • entumecimiento o debilidad en el brazo, la cara y la pierna, especialmente en un lado del cuerpo
  • dificultad para hablar o entender a los demás
  • dificultad para hablar
  • confusión, desorientación o falta de reacción
  • cambios repentinos de comportamiento, sobre todo mayor agitación
  • problemas de visión, como problemas para ver con uno o ambos ojos, con visión ennegrecida o borrosa, o visión doble
  • problemas para caminar
  • pérdida de equilibrio o coordinación
  • mareos
  • dolor de cabeza intenso y repentino de causa desconocida
  • convulsiones
  • náuseas o vómitos

Un ictus requiere atención médica inmediata. Si cree que usted u otra persona está sufriendo un ictus, llame inmediatamente al 911 o a los servicios de urgencias locales. Un tratamiento rápido es clave para prevenir las siguientes consecuencias:

  • daño cerebral
  • discapacidad a largo plazo
  • muerte

Es mejor ser demasiado precavido cuando se trata de un ictus, así que no tenga miedo de buscar ayuda médica de urgencia si cree reconocer los signos de un ictus.

¿Cuál es la causa de un ictus?

La causa de un ictus depende del tipo de ictus. Los accidentes cerebrovasculares se dividen en tres categorías principales:

  • accidente isquémico transitorio (AIT)
  • ictus isquémico
  • ictus hemorrágico

Estas categorías pueden desglosarse a su vez en otros tipos de ictus, entre los que se incluyen:

  • ictus embólico
  • ictus trombótico
  • ictus intracerebral
  • ictus subaracnoideo

El tipo de ictus que sufra afecta a su tratamiento y proceso de recuperación.

Ictus is

quémico

Durante un ictus isquémico, las arterias que suministran sangre al cerebro se estrechan o se obstruyen. Estas obstrucciones están causadas por coágulos sanguíneos o por una reducción grave del flujo de sangre al cerebro. Los trozos de placa que se desprenden y obstruyen un vaso sanguíneo también pueden provocarlos.

Hay dos tipos de obstrucciones que pueden provocar un ictus isquémico: una embolia cerebral y una trombosis cerebral.

Una embolia cerebral (a menudo denominada ictus embólico) se produce cuando un coágulo sanguíneo se forma en otra parte del cuerpo -a menudo el corazón o las arterias de la parte superior del tórax y el cuello- y se desplaza por el torrente sanguíneo hasta llegar a una arteria demasiado estrecha para dejarlo pasar.

El coágulo se atasca, detiene el flujo sanguíneo y provoca un ictus.

La trombosis cerebral (a menudo denominada "embolia trombótica") se produce cuando se forma un coágulo de sangre en la placa grasa del vaso sanguíneo.

Según los CDC, el 87% de los accidentes cerebrovasculares son isquémicos.

Accidente isquémico transitorio (AIT)

Un accidente isquémico transitorio, a menudo denominado AIT o miniaccidente cerebrovascular, se produce cuando se bloquea temporalmente el flujo sanguíneo al cerebro.

Los síntomas son similares a los de un ictus completo. Sin embargo, suelen ser temporales y desaparecen al cabo de unos minutos u horas, cuando la obstrucción se desplaza y se restablece el flujo sanguíneo.

Un coágulo de sangre suele causar un AIT. Aunque técnicamente no se considera un ictus completo, un AIT sirve como advertencia de que puede producirse un ictus real. Por eso, es mejor no ignorarlo. Siga el mismo tratamiento que si sufriera un ictus grave y solicite ayuda médica urgente.

Según los CDC, más de un tercio de las personas que sufren un AIT y no reciben tratamiento sufren un ictus grave en el plazo de un año. Entre el 10% y el 15% de las personas que sufren un AIT sufren un ictus grave en un plazo de tres meses.

Accidente cerebrovascular hemorrágico

Un accidente cerebrovascular hemorrágico se produce cuando una arteria del cerebro se rompe o pierde sangre. La sangre de esa arteria crea un exceso de presión en el cráneo e hincha el cerebro, dañando las células y los tejidos cerebrales.

Los dos tipos de ictus hemorrágicos son el intracerebral y el subaracnoideo:

  • Un ictus hemorrágico intracerebral es el tipo más común de ictus hemorrágico. Se produce cuando los tejidos que rodean el cerebro se llenan de sangre tras la rotura de una arteria.
  • El ictus hemorrágico subaracnoideo es menos frecuente. Provoca una hemorragia en la zona situada entre el cerebro y los tejidos que lo recubren.

Según la Asociación Americana del Corazón, alrededor del 13% de los ictus son hemorrágicos.

Factores de riesgo de ictus

Ciertos factores de riesgo le hacen más susceptible de sufrir un ictus. Según el Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre, los factores de riesgo de ictus son los siguientes:

Dieta

Una dieta desequilibrada puede aumentar el riesgo de ictus. Este tipo de dieta es rica en:

  • sal
  • grasas saturadas
  • grasas trans
  • colesterol

Inactividad

La inactividad, o falta de ejercicio, también puede aumentar el riesgo de ictus.

El ejercicio regular tiene una serie de beneficios para la salud. Los CDC recomiendan que los adultos realicen al menos 2,5 horas de ejercicio aeróbico a la semana. Esto puede significar simplemente un paseo a paso ligero varias veces a la semana.

Consumo excesivo

de alcohol

El riesgo de ictus también aumenta con el consumo excesivo de alcohol.

Si bebe, hágalo con moderación. Esto significa no más de una bebida al día para las mujeres, y no más de dos bebidas al día para los hombres.

El consumo excesivo de alcohol puede elevar los niveles de tensión arterial. También puede elevar los niveles de triglicéridos, lo que puede provocar aterosclerosis. Se trata de una acumulación de placa en las arterias que estrecha los vasos sanguíneos.

Consumo de tabaco

Consumir tabaco en cualquiera de sus formas también aumenta el riesgo de ictus, ya que puede dañar los vasos sanguíneos y el corazón. La nicotina también aumenta la tensión arterial.

Antecedentes personales

Hay algunos factores de riesgo de ictus que no se pueden controlar, como:

  • Antecedentes familiares. El riesgo de ictus es mayor en algunas familias debido a factores genéticos, como la hipertensión arterial.
  • Sexo. Según los CDC, aunque tanto las mujeres como los hombres pueden sufrir accidentes cerebrovasculares, son más frecuentes en las mujeres que en los hombres en todos los grupos de edad.
  • Edad. A mayor edad, mayor probabilidad de sufrir un ictus.
  • Raza y etnia. Los afroamericanos, los nativos de Alaska y los indios americanos tienen más probabilidades de sufrir un ictus que otros grupos raciales.

Historial médico

Ciertas afecciones médicas están relacionadas con el riesgo de ictus. Entre ellas se incluyen:

  • un ictus o AIT previo
  • hipertensión arterial
  • colesterol alto
  • exceso de peso
  • trastornos cardíacos, como la arteriopatía coronaria
  • defectos de las válvulas cardiacas
  • agrandamiento de las cavidades cardíacas y latidos irregulares
  • anemia falciforme
  • diabetes
  • trastornos de la coagulación sanguínea
  • foramen oval permeable (FOP)

Para conocer sus factores de riesgo específicos de ictus, hable con su médico.

Complicaciones

Las complicaciones tras un ictus pueden variar. Pueden deberse a una lesión directa en el cerebro durante el ictus o a que las capacidades se han visto afectadas de forma permanente.

Algunas de estas complicaciones son:

  • convulsiones
  • pérdida del control de esfínteres
  • deterioro cognitivo, incluida la demencia
  • reducción de la movilidad, la amplitud de movimiento o la capacidad de controlar determinados movimientos musculares
  • depresión
  • cambios emocionales o de humor
  • dolor de hombros
  • úlceras por presión
  • cambios sensoriales o de sensación

Estas complicaciones pueden tratarse con métodos como:

  • medicación
  • fisioterapia
  • asesoramiento

Ciertas complicaciones pueden ser incluso reservadas.

Cómo prevenir un

ictus

Los cambios en el estilo de vida no pueden prevenir todos los ictus. Pero muchos de estos cambios pueden suponer una diferencia radical a la hora de reducir el riesgo de ictus.

Entre estos cambios figuran los siguientes:

  • Deja de fumar. Si fuma, dejar de hacerlo ahora reducirá su riesgo de ictus. Puede ponerse en contacto con su médico para elaborar un plan para dejar de fumar.
  • Limite el consumo de alcohol. El consumo excesivo de alcohol puede elevar la tensión arterial, lo que a su vez aumenta el riesgo de ictus. Si le resulta difícil reducir su consumo, pida ayuda a su médico.
  • Mantenga un peso moderado. El sobrepeso y la obesidad aumentan el riesgo de ictus. Para controlar su peso, siga una dieta equilibrada y manténgase físicamente activo con frecuencia. Ambas medidas pueden reducir también la tensión arterial y los niveles de colesterol.
  • Hágase revisiones periódicas. Hable con su médico sobre la frecuencia con la que debe hacerse un chequeo de la tensión arterial, el colesterol y cualquier enfermedad que pueda padecer. También pueden ayudarle a realizar estos cambios en su estilo de vida y ofrecerle orientación.

Tomar todas estas medidas le ayudará a estar en mejor forma para prevenir el ictus.

Diagnóstico del ictus

Su médico le preguntará a usted o a un familiar por sus síntomas y por lo que estaba haciendo cuando surgieron. Le hará un historial médico para conocer sus factores de riesgo de ictus. También:

  • le preguntará qué medicamentos toma
  • le tomará la tensión arterial
  • escuchará su corazón

También le harán un examen físico, durante el cual su médico le evaluará para:

  • equilibrio
  • coordinación
  • debilidad
  • entumecimiento de brazos, cara o piernas
  • signos de confusión
  • problemas de visión

A continuación, su médico le realizará determinadas pruebas para confirmar el diagnóstico de ictus. Estas pruebas pueden ayudarles a determinar si ha sufrido un ictus y, en caso afirmativo:

  • qué puede haberla causado
  • qué parte del cerebro está afectada
  • si tiene hemorragias cerebrales

Pruebas para diagnosticar un ictus

Su médico puede pedirle varias pruebas que le ayuden a determinar si ha sufrido un ictus o a descartar otra enfermedad. Estas pruebas incluyen:

Análisis de sangre

Es posible que su médico le extraiga sangre para realizar varios análisis. Los análisis de sangre pueden determinar:

  • los niveles de azúcar en sangre
  • si tiene una infección
  • recuento de plaquetas
  • la rapidez con que se coagula la sangre
  • niveles de colesterol

Resonancia magnética y tomografía computarizada

Su médico puede solicitarle una resonancia magnética, una tomografía computarizada o ambas.

Una resonancia magnética puede ayudar a ver si se ha dañado algún tejido o célula cerebral.

Un TAC puede proporcionar una imagen detallada y clara de su cerebro, que puede mostrar cualquier hemorragia o daño. También puede mostrar otras afecciones cerebrales que podrían estar causando sus síntomas.

EKG

Un electrocardiograma (EKG) es una prueba sencilla que registra la actividad eléctrica del corazón, midiendo su ritmo y registrando la rapidez con que late.

Un electrocardiograma puede determinar si padece alguna afección cardiaca que pueda haber provocado un ictus, como un infarto previo o fibrilación auricular.

Angiograma cerebral

Un angiograma cerebral ofrece una visión detallada de las arterias del cuello y el cerebro. La prueba puede mostrar obstrucciones o coágulos que pueden haber causado síntomas.

Ecografía carotídea

Una ecografía carotídea, también llamada dúplex carotídeo, puede mostrar depósitos de grasa (placa) en las arterias carótidas, que suministran sangre a la cara, el cuello y el cerebro.

También puede mostrar si sus arterias carótidas se han estrechado u obstruido.

Ecocardiograma

Un ecocardiograma puede encontrar fuentes de coágulos en su corazón. Estos coágulos pueden haberse desplazado al cerebro y haber provocado un ictus.

Tratamiento del ictus

Una evaluación médica adecuada y un tratamiento rápido son vitales para recuperarse de un ictus. Según la American Heart Association y la American Stroke Association, "el tiempo perdido es cerebro perdido".

Llame al 911 o a los servicios de emergencia locales en cuanto se dé cuenta de que puede estar sufriendo un ictus, o si sospecha que otra persona lo está sufriendo.

El tratamiento del ictus depende del tipo de ictus:

Accidente cerebrovascular isquémico y accidente isquémico transitorio

Dado que la causa de estos tipos de accidente cerebrovascular es un coágulo sanguíneo o una obstrucción en el cerebro, se tratan en gran medida con técnicas similares. Pueden incluir:

Fármacos trombolíticos

Los fármacos trombolíticos pueden romper los coágulos sanguíneos de las arterias cerebrales, lo que detendrá el ictus y reducirá los daños cerebrales.

Uno de estos fármacos, el activador tisular del plasminógeno (tPA), o Alteplasa IV r-tPA, se considera el patrón oro en el tratamiento del ictus isquémico.

Este fármaco actúa disolviendo rápidamente los coágulos sanguíneos.

Las personas que reciben una inyección de tPA tienen más probabilidades de recuperarse de un ictus y menos de sufrir una discapacidad duradera como consecuencia del mismo.

Trombectomía mecánica

Durante este procedimiento, un médico introduce un catéter en un vaso sanguíneo grande dentro de la cabeza. A continuación, utiliza un dispositivo para extraer el coágulo del vaso. Esta intervención tiene más éxito si se realiza entre 6 y 24 horas después del inicio del ictus.

Stents

Si un médico detecta un punto en el que las paredes arteriales se han debilitado, puede realizar un procedimiento para inflar la arteria estrechada y sostener las paredes de la arteria con un stent.

Cirugía

En los raros casos en que otros tratamientos no funcionan, la cirugía puede eliminar el coágulo y las placas de las arterias.

Esta intervención puede realizarse con un catéter. Si el coágulo es especialmente grande, el cirujano puede abrir una arteria para eliminar la obstrucción.

Ictus

hemorrágico

Los ictus causados por hemorragias o fugas en el cerebro requieren diferentes estrategias de tratamiento. Los tratamientos para el ictus hemorrágico incluyen:

Medicamentos

A diferencia de lo que ocurre con un ictus isquémico, si está sufriendo un ictus hemorrágico, el objetivo del tratamiento es hacer que la sangre coagule. Por lo tanto, es posible que le administren medicamentos para contrarrestar cualquier anticoagulante que tome.

También pueden recetarle medicamentos que pueden:

  • reducir la presión arterial
  • reducir la presión cerebral
  • prevenir las convulsiones
  • prevenir la constricción de los vasos sanguíneos

Coiling

Durante este procedimiento, el médico guía un tubo largo hasta la zona de la hemorragia o el vaso sanguíneo debilitado. A continuación, instala un dispositivo en forma de espiral en la zona donde la pared arterial está debilitada. Esto bloquea el flujo sanguíneo a la zona, reduciendo la hemorragia.

Pinzamiento

Durante las pruebas de imagen, el médico puede descubrir un aneurisma que aún no ha empezado a sangrar o que se ha detenido.

Para evitar nuevas hemorragias, el cirujano puede colocar una pequeña pinza en la base del aneurisma. De este modo se interrumpe el riego sanguíneo y se evita una posible rotura del vaso sanguíneo o una nueva hemorragia.

Cirugía

Si el médico observa que se ha reventado un aneurisma, puede realizar una intervención quirúrgica para cortar el aneurisma y evitar nuevas hemorragias. Del mismo modo, puede ser necesaria una craneotomía para aliviar la presión del cerebro tras un ictus grave.

Además del tratamiento de urgencia, su equipo sanitario le aconsejará sobre las formas de prevenir futuros accidentes cerebrovasculares.

Medicamentos

para el ictus

Se utilizan varios medicamentos para tratar los ictus. El tipo que le recete su médico dependerá en gran medida del tipo de ictus que haya sufrido.

El objetivo de algunos medicamentos es prevenir un segundo ictus, mientras que otros pretenden evitar que se produzca un ictus en primer lugar.

Su médico puede recetarle uno o varios de estos medicamentos para tratar o prevenir un ictus, en función de factores como su historial médico y sus riesgos.

Los medicamentos más comunes para el ictus incluyen:

Anticoagulantes orales de acción directa (ACOD)

Esta nueva clase de fármacos actúa del mismo modo que los anticoagulantes tradicionales (reduciendo la capacidad de coagulación de la sangre), pero suelen actuar más rápidamente y requieren menos vigilancia.

Si se toman para prevenir el ictus, los DOAC también pueden reducir el riesgo de hemorragia cerebral.

Activador tisular del plasminógeno (tPA)

Este medicamento de emergencia puede administrarse durante un ictus para romper el coágulo de sangre que lo ha provocado. Es el único medicamento actualmente disponible que puede hacerlo, pero debe administrarse en las 3 a 4,5 horas siguientes al inicio de los síntomas del ictus.

Este fármaco se inyecta en un vaso sanguíneo para que la medicación empiece a actuar lo antes posible, lo que reduce el riesgo de complicaciones del ictus.

Anticoagulantes

Estos fármacos reducen la capacidad de coagulación de la sangre. El anticoagulante más común es la warfarina (Coumadin, Jantoven).

Estos fármacos también pueden impedir que los coágulos sanguíneos existentes aumenten de tamaño, por lo que los médicos pueden recetarlos para prevenir un ictus o después de que se haya producido un ictus isquémico o un AIT.

Antiagregantes plaquetarios

Estos medicamentos previenen la formación de coágulos dificultando la adherencia de las plaquetas. Los antiagregantes plaquetarios más comunes son la aspirina y el clopidogrel (Plavix).

Los fármacos pueden prevenir los ictus isquémicos. Son especialmente importantes para prevenir el ictus secundario.

Si nunca antes ha sufrido un ictus, utilice la aspirina como medicación preventiva sólo si tiene un riesgo elevado de enfermedad cardiovascular aterosclerótica (por ejemplo, infarto de miocardio e ictus) y un riesgo bajo de hemorragia.

Estatinas

Las estatinas ayudan a reducir los niveles elevados de colesterol en sangre. Están entre los medicamentos más recetados en Estados Unidos.

Estos fármacos impiden la producción de una enzima que puede convertir el colesterol en placa, la sustancia espesa y pegajosa que puede acumularse en las paredes de las arterias y provocar accidentes cerebrovasculares e infartos de miocardio.

Las estatinas más comunes son:

  • rosuvastatina (Crestor)
  • simvastatina (Zocor)
  • atorvastatina (Lipitor)

Medicamentos para la tensión arterial

La hipertensión puede hacer que se desprendan trozos de placa acumulada en las arterias. Estos trozos pueden obstruir las arterias y provocar un ictus.

Por ello, controlar la hipertensión con medicación, cambios en el estilo de vida o ambos puede ayudar a prevenir un ictus.

Recuperarse de un ictus

El ictus es una de las principales causas de discapacidad a largo plazo en Estados Unidos.

Sin embargo, la American Stroke Association informa de que el 10% de los supervivientes de ictus se recuperan casi por completo, mientras que otro 25% se recupera sólo con problemas menores.

Es importante que la recuperación y la rehabilitación tras un ictus comiencen lo antes posible. De hecho, la recuperación del ictus debe comenzar en el hospital.

En un hospital, un equipo asistencial puede estabilizar su estado y evaluar los efectos del ictus. Pueden identificar los factores subyacentes e iniciar una terapia que te ayude a recuperar algunas de las capacidades afectadas.

La recuperación del ictus suele centrarse en cuatro áreas principales:

Logopedia

Un ictus puede provocar trastornos del habla y el lenguaje. Un logopeda trabajará contigo para que vuelvas a aprender a hablar.

O, si después de un ictus le resulta difícil comunicarse verbalmente, le ayudarán a encontrar nuevas formas de comunicación.

Terapia cognitiva

Tras un ictus, muchas personas pueden sufrir cambios en su capacidad de pensar y razonar. Esto puede provocar cambios en el comportamiento y el estado de ánimo.

Un terapeuta ocupacional puede ayudarle a recuperar sus antiguas pautas de pensamiento y comportamiento y a gestionar sus respuestas emocionales.

Reaprendizaje de habilidades sensoriales

Si la parte del cerebro que transmite las señales sensoriales se ve afectada durante el ictus, es posible que sus sentidos queden "embotados" o dejen de funcionar.

Eso puede significar que no sientes bien cosas como la temperatura, la presión o el dolor. Un terapeuta ocupacional puede ayudarte a aprender a adaptarte a esta falta de sensibilidad.

Fisioterapia

El tono y la fuerza musculares pueden verse debilitados por un ictus, y es posible que no pueda mover el cuerpo tan bien como antes.

Un fisioterapeuta trabajará con usted para recuperar la fuerza y el equilibrio y encontrar formas de adaptarse a cualquier limitación.

La rehabilitación puede tener lugar en una clínica, en una residencia especializada o en su propio domicilio.

Para llevar

Si sospecha que puede estar experimentando síntomas de un ictus, es vital que busque tratamiento médico de urgencia lo antes posible.

La medicación anticoagulante sólo puede administrarse en las primeras horas tras el inicio de los signos de un ictus. El tratamiento precoz es una de las formas más eficaces de reducir el riesgo de complicaciones y discapacidad a largo plazo.

Aunque no siempre es posible prevenir por completo un ictus, algunos cambios en el estilo de vida pueden reducir considerablemente el riesgo. Los medicamentos también pueden ayudar a reducir el riesgo de coágulos sanguíneos, que pueden provocar un ictus.

Si su médico cree que corre el riesgo de sufrir un ictus, trabajará con usted para encontrar una estrategia de prevención que se adapte a sus necesidades, incluida la intervención médica y los cambios en el estilo de vida.

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