Un nuevo "escudo protector" en el cerebro es como una atalaya para las células inmunitarias

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Un nuevo "escudo protector" en el cerebro ayuda a eliminar los desechos del órgano y sirve de torre de vigilancia para las células inmunitarias que vigilan los signos de infección, según informan los científicos en un estudio sobre cerebros de ratones y humanos.

El estudio, publicado el jueves (5 de enero) en la revista Science (se abre en una nueva pestaña), describe una fina lámina de tejido que mide sólo unas pocas células de grosor y divide en dos mitades horizontales un compartimento general del cerebro llamado espacio subaracnoideo. Entre la superficie interna del cráneo y la externa del cerebro hay varias capas de tejido, y el espacio subaracnoideo se encuentra entre dos de ellas. El espacio en sí no está vacío, sino que contiene una red de tejido conjuntivo en forma de tela de araña que se extiende entre las capas de tejido vecinas, grandes vasos sanguíneos y un líquido incoloro llamado líquido cefalorraquídeo (LCR), según el recurso médico en línea StatPearls (se abre en una nueva pestaña).

El líquido cefalorraquídeo que rodea el cerebro actúa como un amortiguador, similar a la amortiguación del interior de un casco de bicicleta. Sin embargo, este líquido no permanece sólo en el espacio subaracnoideo. Fluye por varios conductos y compartimentos dentro y alrededor del cerebro, aportando nutrientes al órgano y expulsando los productos de desecho al torrente sanguíneo. Los autores del estudio concluyen que el "escudo" recién descubierto probablemente ayuda a controlar estas importantes funciones del LCR.

"El descubrimiento de una nueva estructura anatómica que segrega y ayuda a controlar el flujo de líquido cefalorraquídeo en el cerebro y alrededor de él nos proporciona ahora una apreciación mucho mayor del sofisticado papel que desempeña el LCR no sólo en el transporte y la eliminación de residuos del cerebro, sino también en el apoyo a sus defensas inmunitarias", dijo en un comunicado el autor principal, el Dr. Maiken Nedergaard (se abre en pestaña nueva), codirector del Centro de Neuromedicina Traslacional de la Universidad de Rochester y la Universidad de Copenhague (se abre en pestaña nueva).

¿Cuántos órganos hay en el cuerpo humano?

El escudo, que los autores denominan membrana subaracnoidea de tipo linfático (SLYM), divide el espacio subaracnoideo en un compartimento superior, más cercano al cráneo, y un compartimento inferior, más cercano al cerebro. Los experimentos con ratones sugieren que esta fina membrana impide que la mayoría de las proteínas pasen de un compartimento al otro, aunque permite el paso de moléculas muy pequeñas. (El equipo también encontró indicios de la SLYM en muestras de tejido de cerebros humanos adultos).

La membrana recién descubierta podría ayudar a separar el LCR fresco del contaminado que contiene residuos y proteínas potencialmente dañinas, como las placas amiloides asociadas a la enfermedad de Alzheimer, y ayudar a dirigir estas sustancias fuera del cerebro, teorizaron los autores. Entender cómo funciona esto en un cerebro sano y qué ocurre si el escudo sufre daños "requerirá estudios más detallados", señalaron.

El estudio también reveló que en el escudo pueden incrustarse un gran número y variedad de células inmunitarias, y demostró que estas células inmunitarias aumentan en número en respuesta a la inflamación y el envejecimiento avanzado de los ratones. Los autores concluyen que este hallazgo apunta a que el SLYM actúa como un lugar de "vigilancia inmunológica", desde el que las células inmunitarias controlan el LCR en busca de signos de infección e inflamación y pueden convocar defensas adicionales según sea necesario.

Sin embargo, si el SLYM se rompe, las células inmunitarias de la médula ósea del cráneo pueden inundar la superficie del cerebro, una zona a la que normalmente no llegarían. Este hallazgo podría ayudar a explicar por qué las lesiones cerebrales traumáticas suelen desencadenar una inflamación prolongada del cerebro e interrumpir el flujo normal de LCR a través y alrededor del órgano, sugirieron los autores, aunque estas hipótesis tendrán que probarse.

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