Comer saltamontes te hará ganar musculo

PROTEÍNA EN INSECTOS

deep fried locust

Un día de 2001, el cineasta Edgar Wright encendió su televisor y vio una visión del Armagedón: una gigantesca hoguera de vacas humeando contra el cielo inglés. Tras haber evitado las noticias durante quince días, la aparición de la fiebre aftosa se le había escapado por completo. Las horribles imágenes le hicieron ver que "el mundo podría acabarse" sin que te dieras cuenta, una idea que tradujo en su película de zombis de 2004, Shaun Of The Dead.

Es una idea que tiene resonancia hoy en día, cuando la población mundial aumenta y la demanda de fuentes de proteína animal crece. La ganadería lechera nos está llevando al apocalipsis climático. Sólo la industria ganadera es tan contaminante como todo el sector de la construcción. El

cultivo de la soja es otra de las principales fuentes de emisión de gases de efecto invernadero, por lo que ha llegado el momento de plantearse el cambio a una alternativa barata, que alimente el músculo y sea ecológica.

Por suerte, los científicos han identificado una solución que tiene patas: los insectos. En la Universidad de Helsinki, los investigadores descubrieron que comer insectos podría tener un efecto decisivo en la reducción de nuestra huella de carbono basada en el consumo, mientras que los biólogos de la Universidad de Columbia Británica han señalado su abundante contenido en vitaminas y minerales, junto con

niveles de proteínas que rivalizan con la carne de vacuno.

Por otra parte, un artículo reciente de Aelius Biotech sugiere que los grillos en polvo, que tienen un perfil completo de aminoácidos, son un 50 por ciento más digeribles que la proteína de suero de leche, lo que podría favorecer el crecimiento muscular de forma más eficaz que el suplemento estándar a base de lácteos. Así que puede que sea el momento de superar tu aversión a la idea de sorber un batido de artrópodos. Al fin y al cabo, los bichos ya forman parte de la dieta habitual de dos mil millones de personas en todo el mundo, y ¿acaso son más desagradables que un vaso de huevos crudos?

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