Si le cuesta entrar en algunas posturas de yoga, puede que sea por esto
Hay una verdad anatómica fundamental que afecta a casi todas las posturas de yoga que se practican. Y rara vez se explica o incluso se reconoce en la mayoría de las clases.
Cada persona que practica yoga tiene unas proporciones corporales diferentes. Conocido como anatomía variable, este hecho significa esencialmente que algunos cuerpos van a ser capaces de hacer algunas poses más fácilmente que otros.
Los escaladores lo saben. Saben que deben tener en cuenta la longitud de sus piernas en relación con la de sus brazos. Esto les permite comprender mejor lo que pueden alcanzar y lo que no.
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¿Por qué a algunas personas les cuesta más ganar músculo que a otras?
¿Qué significa esto para las formas de yoga? Bueno, estar de pie y levantar una pierna recta delante de ti y no ser capaz de llegar con la mano al dedo gordo del pie no siempre significa que tengas los isquiotibiales tensos. Si tienes los brazos más cortos y las piernas más largas, no vas a agarrarte los dedos de los pies.
El mismo principio se aplica cuando llevas la mano al pie en Happy Baby o cuando adelantas el pie en Three-Legged Dog hacia la parte delantera de la colchoneta. Cada una de estas posturas es mucho más difícil si tienes los brazos más cortos.
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Casi todas las formas que puedes hacer en yoga se ven afectadas por tu anatomía, incluyendo tocar con la mano la esterilla en Ángulo lateral extendido o Triángulo. Y si estás intentando el Ave del Paraíso, puedes tener los hombros más abiertos del mundo, pero si tus brazos no tienen una longitud determinada, tendrás problemas para atar las manos a la espalda.
Por qué la anatomía variable marca la diferencia
Oímos mucho en el yoga que la práctica es para "todos los cuerpos". Pero con una anatomía variable, hay muchas formas de yoga que son literalmente imposibles para algunos. Este enfoque no es derrotista. Es un reconocimiento de las limitaciones esqueléticas y un recordatorio para cuestionar el elitismo innecesario en torno a entrar en formas en el yoga.
Como profesora de yoga, sigo siendo testigo de cómo la comprensión de la definición más básica de la anatomía variable ha afirmado a las personas en sus propios cuerpos físicos.
Una alumna me explicó que había estado trabajando en la postura en la que te sientas con las piernas estiradas hacia delante en la Postura del Bastón, colocas las manos a los lados y empujas hacia abajo para levantar las nalgas de la esterilla. Llevaba 15 años intentándolo. Pero no podía poner las manos en el suelo.
Para colocar las manos en posición horizontal, tuvo que inclinarse hacia delante y colocar las manos más cerca de las rodillas que de las caderas, lo que a su vez le hizo contraer los músculos abdominales y doblarse hacia delante. Eso significa que tuvo que recurrir a la fuerza del tronco para tirar de sí misma hacia delante. Para levantar el trasero del suelo, tendría que recurrir más a su fuerza central que alguien con brazos largos.
Pero nadie le había dicho nunca que se debía a su anatomía. En cualquier momento durante esos 15 años, un profesor podría haber colocado un bloque a cada lado de ella para elevar el suelo hasta sus manos y ella habría sido capaz de encontrar la forma sin casi tanto estrés.
Aprender esto cambió su historia sobre cómo la práctica de los demás era mejor que la suya.
Cómo enseñar anatomía variable
Creo que muchos de nosotros vemos una postura como una prueba y nos avergonzamos si sentimos que hemos fallado. La anatomía variable nos recuerda que no necesitamos ser capaces de hacer todas las posturas para encontrar valor en nuestra práctica. Es algo liberador de entender.
Como profesores, podemos -y debemos- explicar la anatomía variable y ser capaces de adaptar la forma a los alumnos en lugar de seguir con la ridícula expectativa de que, con suficiente esfuerzo o práctica, todo el mundo puede superar su anatomía y hacer una forma de la misma manera.
Cuando los alumnos empiezan a ver las formas, no con vergüenza por lo que les han dicho que son isquiotibiales tensos o falta de ganas, sino con la comprensión de que las posturas exigen proporciones que quizá no estén construidas en su anatomía, empiezan a pensar: "De acuerdo, bueno, voy a usar una correa. Y eso está bien".
Cuando explicas el papel del esqueleto, la gente se siente liberada en su propio cuerpo físico. Se sienten reafirmados en lo que son en lugar de sentirse inadecuados. Eso crea una experiencia totalmente diferente del yoga en la que empiezas a echar por tierra la falsa narrativa de que ser capaz de hacer una forma significa que eres "bueno" o "avanzado" en yoga.
Como profesores, no disponemos de tiempo ilimitado para hablar en clase y explicar conceptos, por lo que puede resultar un poco complicado soltar prenda, pero hay ideas concisas que puedes compartir cuando estés dando pistas. Tal vez algo como: "Algunos de ustedes podrían alcanzar el pie. Si no podéis, puede que tenga algo que ver con la tensión de vuestro cuerpo o simplemente con la longitud de vuestro brazo".
Cuanto más alivio veo en las caras de los alumnos cuando comparto esta información, más me doy cuenta de lo importante que es que todos comprendan esta verdad.