Neymar y el árbitro ganan a Croacia

AYUDITA INAUGURAL

Neymar y el árbitro ganan a Croacia en el primer partido del Mundial.

La inauguración confirmó varias sospechas: una, que esta canarinha se ha olvidado del jogo bonito y que Scolari cambia la samba por el martillo; dos, que Brasil pone todas sus esperanzas en Neymar, un futbolista al que las circunstancias han convertido en estrella y que, a sus 22 años, tiene que lidiar con cargar sobre sus hombros el peso de todo un país; tres, que esta Croacia, con una media de videojuego formada por Rakitic y Modric, mola; y cuatro, que los árbitros (ya protagonistas desde el primer día por muchas técnicas que se hayan introducido para objetivar el juego) ponen ojitos a la selección anfitriona. Al menos, eso ha hecho el japonés Nishimura, que ha quitado la cadena que mantenía sujeta a la canarinha con un inexistente penalti sobre Fred. Ese gol espoleó a Brasil y golpeó a Croacia, que jugó más al fútbol, aunque fue incapaz de frenar todo lo que implica enfrentarse al anfitrión de un Mundial, y más cuando se llama Brasil.

Los europeos salieron con ganas de dar guerra y ganaron la primera pugna cuando Marcelo colocó el balón en su propia red. Brasil no supo reaccionar y prefirió especular hasta que Neymar, el responsable de esta seleçao (le ha tocado jugar en una época sin Ronaldos y Romarios y en la que todo un país se agarra a sus botas para salir a respirar), empató el partido. El meta croata Pletikosa pudo hacer más, aunque la fiereza del delantero le dejó de piedra.

Brasil se aferra a su físico y a las piernas bailarinas de Neymar. Desde ahí, intimidaron a Croacia, que se revolvía cuando el colegiado japonés pitó penalti. Otra vez Neymar desató las gargantas, con una nueva colaboración de Pletikosa, que adoleció de manos de mantequilla.

Croacia no perdía la fe de protagonizar la primera sorpresa del Mundial, pero no pudieron culminar sus ocasiones. Brasil, sí. Scolari apostó por defender el resultado y se encontró con el gol de la tranquilidad (y el que acalla las críticas) en el tramo final. Fue obra de Oscar, el único escudero con clase de Neymar.

Brasil ganó a Croacia y se acuesta con el deber cumplido. Como un grupo férreo, casi militar, que no puede permitirse el lujo de flaquear. Hay demasiados ojos y demasiados corazones escudriñando en cada campo de batalla. 

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