Stephen Curry podrá ser el MVP de la NBA y ser un crack dentro de la cancha, pero al salir de ella, tiene que ceder el testigo de forma irrenunciable a su hija, la pequeña Riley.
Han sido dos ocasiones en las que el jugador ha comparecido en la rueda de prensa de la mano de la pequeña, que ha conseguido cautivar a la prensa. Mientras su padre analiza el partido, habla de sus sensaciones o de la gran actuación que su rival más destacado, Lebron James, está teniendo en esta final, ella se dedica a corretear, a jugar con los micrófonos y saltar como una loca.
A ella todo eso le da igual. Solo quiere subirse sobre las rodillas de su padre y juguetear. Y cuando se aburre lo tiene claro. “Hablas muy alto papá”, le abroncó ante la risa de los periodistas. No contenta con eso la pequeña Riley le mandó callar.
La revoltosa Riley se está convirtiendo en la auténtica estrella de las finales de la NBA, ya no solo por sus comparecencias en la sala de prensa, sino como su faceta de amuleto de su padre que antes de cada partido la sujeta en brazos y focaliza toda la atención en sus gestos y sonrisas.