Síntomas, tratamiento y estrategias de afrontamiento

 Síntomas, tratamiento y estrategias de afrontamiento

Si te sientes hinchado, con gases e incómodo cada vez que comes productos lácteos, es probable que sufras de intolerancia a la lactosa. La lactosa es un azúcar que se encuentra de forma natural en la leche de vaca y en los alimentos lácteos como el queso, el yogur y el helado. Cuando tu cuerpo no es capaz de descomponerla, pasa al colon. La lactosa no digerida agrava los intestinos, provocando una serie de síntomas desagradables y afectando significativamente a tu calidad de vida.

Muchas personas luchan contra la intolerancia a la lactosa. Se ha sugerido que hasta el 68% de la población mundial (se abre en una nueva pestaña) tiene alguna forma de malabsorción de la lactosa, incluyendo casi un tercio de los adultos estadounidenses. Sin embargo, muchos no saben exactamente cuál es la causa de este problema, cómo se presenta y cómo manejarlo eficazmente.

Si sospechas que puedes ser intolerante a la lactosa, pero no sabes qué hacer, estás en el lugar adecuado. Aquí hemos creado una guía completa sobre la intolerancia a la lactosa para ayudarte a entender por qué te cuesta digerir los lácteos y qué opciones de tratamiento pueden ser las mejores para ti

. ¿Qué es la intolerancia a la lactosa?

Según el Instituto Nacional de la Diabetes y las Enfermedades Digestivas y Renales (se abre en una nueva pestaña), la intolerancia a la lactosa es una enfermedad crónica en la que se experimentan síntomas digestivos desagradables después de consumir alimentos o bebidas que contienen lactosa. La lactosa es un azúcar que se encuentra de forma natural en la leche de vaca y en los productos lácteos, como el queso, los yogures o los helados. Como es un disacárido -una molécula compuesta por otros dos azúcares, la glucosa y la galactosa- no puede ser absorbida por el organismo en su forma primaria. Cuando la lactosa pasa al colon sin ser digerida, agrava los intestinos y provoca síntomas desagradables.

Es importante distinguir entre la malabsorción de la lactosa y la intolerancia a la lactosa. No todas las personas que tienen problemas para digerir la lactosa experimentan los síntomas. Para ser diagnosticado clínicamente como intolerante a la lactosa, hay que experimentar continuamente síntomas digestivos perturbadores.

La intolerancia a la lactosa también es diferente a la alergia a la leche, que es un trastorno del sistema inmunitario. La alergia a la leche puede provocar una reacción alérgica potencialmente mortal a las proteínas presentes en los productos lácteos y suele aparecer en la infancia, mientras que la intolerancia a la lactosa suele aparecer más tarde y no supone un riesgo para la vida.

La intolerancia a la lactosa afecta a las personas de forma diferente. Algunos individuos pueden tolerar cantidades mucho más altas de azúcar de los lácteos antes de tener algún síntoma. Ciertos grupos étnicos y raciales también son más propensos al riesgo.

En Estados Unidos

, los afroamericanos, los indios americanos, los asiáticos americanos y los hispanos tienden a tener mayores tasas de mala absorción de la lact

osa. Intolerancia a la lactosa: Síntomas y causas

Según el Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y Renales (se abre en una nueva pestaña), los síntomas más comunes de la intolerancia a la lactosa son hinchazón, diarrea, exceso de gases, náuseas, dolor en el abdomen y vómitos. La gravedad de estos síntomas varía en función de la cantidad de lactosa ingerida y del estado de salud.

La intolerancia a la lactosa suele ser el resultado de que el organismo no produce suficiente lactasa, una enzima digestiva que descompone las moléculas de lactosa en glucosa y galactosa. Cuando no se digiere, o se digiere parcialmente, la lactosa pasa al colon, donde es descompuesta por las bacterias intestinales. Este proceso aumenta la cantidad de líquido y gas en el sistema gastrointestinal.

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(Crédito de la imagen: Getty Images)

Hay varias razones por las que las personas desarrollan malabsorción de la lactosa. Según una revisión publicada en la revista Nutrients (se abre en una nueva pestaña), la causa más común tiene su origen en la genética. En algunas personas, los genes responsables de la producción de lactasa no funcionan correctamente. Estos genes defectuosos pueden dar lugar a la no persistencia de la lactasa (también conocida como deficiencia primaria de lactasa), una condición en la que los niveles de lactasa empiezan a descender después de la infancia. Por ello, muchas intolerancias a la lactosa suelen diagnosticarse más tarde en la vida. Mientras que la deficiencia congénita de lactasa, una condición en la que las personas comienzan a experimentar los síntomas desde el nacimiento, es menos común.

La intolerancia a la lactosa también puede ser provocada por una lesión en el intestino delgado, y esta condición suele denominarse intolerancia a la lactosa secundaria. Las infecciones y ciertas enfermedades, como la enfermedad de Crohn y la celiaquía, pueden afectar a la capacidad del organismo para digerir la lactosa.

Intolerancia a la lactosa: Diagnóstico y pruebas

El diagnóstico de una intolerancia a la lactosa implica varios pasos. En primer lugar, el médico te hará muchas preguntas para conocer bien tu historial personal y médico. Le preguntará por sus síntomas, sus antecedentes familiares, sus hábitos alimentarios y el tipo de medicamentos que toma regularmente. También puede realizar una exploración física. Después, el médico suele realizar algunas pruebas para comprobar si hay malabsorción de lactosa y excluir otras enfermedades crónicas que puedan presentar síntomas similares (como el síndrome del intestino irritable, la enfermedad celíaca o el sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado). También pueden pedirle que deje de comer y beber productos lácteos durante un tiempo para ver si los síntomas desaparecen. Si persisten a pesar de cambiar la dieta, pueden ser necesarias algunas pruebas adicionales para obtener un diagnóstico.

La prueba más utilizada para diagnosticar la intolerancia a la lactosa es la prueba de hidrógeno en el aliento. Cuando la lactosa no se absorbe, pueden producirse niveles anormalmente altos de hidrógeno en el aliento. Un profesional médico le proporcionará una dosis de bebida líquida que contiene una pequeña cantidad de lactosa. Después de beberla, se le pedirá que respire en un recipiente especial cada 30 minutos durante unas horas. Durante este tiempo, el médico recogerá sus mediciones de hidrógeno y controlará sus síntomas.

Otra forma de diagnosticar la intolerancia a la lactosa es la prueba de tolerancia a la leche. En esta prueba te darán un vaso de leche de 500 ml y después se medirán tus niveles de azúcar en sangre. Si tus niveles de azúcar en sangre no suben después de beber la leche, significa que la lactosa de la leche no se ha digerido y que puedes ser intolerante

a la lactosa. ¿Se puede tratar la intolerancia a la lactosa?

Dieta de eliminación

Hasta la fecha, no existe una cura para la intolerancia a la lactosa. La forma más eficaz de evitar los síntomas de esta afección es eliminar todas las fuentes de lactosa de la dieta. Sin embargo, puede que no sea tan sencillo como cambiar a productos sin lácteos. La lactosa es un aditivo muy popular, que se utiliza habitualmente como relleno, estabilizador y edulcorante en muchos alimentos envasados, productos de panadería y fórmulas infantiles. Se puede encontrar en muchos aderezos para ensaladas, cremas para ensaladas, galletas, pasteles, chocolate, mezclas para panqueques, sopas instantáneas e incluso en algunas carnes procesadas. Esta lactosa suele denominarse "lactosa oculta".

El etiquetado de los productos "sin lactosa" es otro problema. Actualmente no existe una ley universal que regule la producción de alimentos sin lactosa, lo que hace más difícil para los clientes afectados identificar los productos seguros. Los fabricantes no están obligados legalmente a indicar la lactosa por separado en la etiqueta de los alimentos, así que hay que comprobar la lista de ingredientes de la leche, el suero, la cuajada y los productos lácteos como el queso, la mantequilla y la nata.

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Suplementos de lactasa

Hasta cierto punto, la intolerancia a la lactosa puede contrarrestarse con suplementos dietéticos que contienen enzimas sintéticas de lactasa. Suelen presentarse en forma de comprimidos o gotas, que se toman justo antes de comer o beber productos que contienen lactosa. Las gotas también pueden añadirse directamente a la leche.

Sin embargo, existen controversias en torno a la eficacia de los suplementos de lactasa, como señalan los investigadores de la revista Nutrients (opens in new tab). Debe consultar a su médico antes de utilizar estos suplementos.

Suplementos probióticos

Los probióticos son microorganismos vivos que pueden aportar beneficios para la salud cuando se consumen, principalmente a través de la restauración del microbioma intestinal y la mejora de la salud intestinal. Cada vez hay más pruebas (se abre en una nueva pestaña) que sugieren que las bacterias probióticas que se encuentran en los productos lácteos fermentados y no fermentados pueden ayudar a aliviar los síntomas digestivos de la intolerancia a la lactosa.

Esto se debe a que ciertas cepas probióticas han mostrado una actividad enzimática similar a la de la lactasa. Aunque los resultados de los estudios no son consistentes, la suplementación con probióticos tiende a tener un impacto positivo en los síntomas de la intolerancia a la lactosa. Sin embargo, se necesitan más investigaciones para establecer qué tipos de bacterias pueden utilizarse eficazmente.

Este artículo tiene únicamente fines informativos y no pretende ofrecer asesoramiento médico.

Recursos adicionales

  • NIH: Intolerancia a la lactosa
  • La Clínica Mayo: Intolerancia a la lactosa
  • Centro de Información Sanitaria del Instituto Nacional de la Diabetes y las Enfermedades Digestivas y Renales: Intolerancia a la lactosa

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