Christian Eriksen se prepara para reanudar su carrera como futbolista tras un paro cardíaco en la Eurocopa 2020

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Retrocedan a junio de 2021. Christian Eriksen yacía desplomado en el suelo durante un partido de la Eurocopa 2020 entre Dinamarca y Finlandia; sus compañeros de equipo se acurrucaban a su alrededor, protegiéndolo de las miradas del mundo. En ese momento, la idea de que volviera a jugar al fútbol parecía descabellada, pero tras firmar un contrato de cesión de seis meses con el Brentford, Eriksen está preparado para volver al fútbol de primera división.

Obviamente, esto se debe a la increíble voluntad del jugador, pero también al desfibrilador cardioversor implantable (DCI) que lleva instalado en el pecho.

El dispositivo funciona controlando los latidos del corazón de Eriksen y administrando descargas eléctricas, cuando es necesario, para restablecer un ritmo cardíaco regular.

"Naturalmente, el proceso de fichaje de Christian fue más largo que el de la mayoría de los fichajes. Entiendo que mucha gente tendrá preguntas sobre el proceso", dijo Phil Giles, director de fútbol del Brentford.

"Los aficionados del Brentford pueden estar seguros de que hemos llevado a cabo una importante labor de diligencia debida para asegurarnos de que Christian está en la mejor forma posible para volver al fútbol competitivo. Ahora que Christian ha tomado la decisión de fichar por el Brentford, todas las partes quieren centrarse plenamente en el fútbol."

Aunque Eriksen se convertirá en el primer futbolista profesional conocido en Inglaterra que juega con un DCI, no es el primero de la historia.

Ya en 2013, Daniel Engelbrecht también sufrió una parada cardíaca en un campo de fútbol, pero pudo continuar su carrera futbolística gracias a un DAI.

Sin embargo, en una entrevista con The Telegraph, describe cómo volver a jugar al fútbol no fue fácil, ni desde el punto de vista físico ni psicológico.

"El peor dolor que he sentido nunca", dijo Engelbrecht al referirse a la descarga de su DCI: "Es muy difícil manejarlo en la cabeza. La parte más difícil de mi historia fue cuando recibí la descarga en enero de 2014. Después de eso tuve miedo todos los días. Cuando había un solo latido que no estaba en ritmo, pensaba 'oh, Dios mío, el desfibrilador me va a dar una descarga'.

"Cuando hacía mis ejercicios, mi entrenamiento, pensaba en ello cada minuto. Es muy difícil forzar tu cuerpo cuando por dentro sabes que si el desfibrilador no está ahí, no estás vivo".

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