Más allá del dolor de espalda: 5 señales de advertencia de la espondilitis anquilosante

El dolor de espalda es una de las principales quejas médicas. También es una de las principales causas de baja laboral.

Según el Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares, prácticamente todos los adultos buscarán atención para el dolor de espalda en algún momento de su vida.

La Asociación Americana de Quiropráctica informa de que los estadounidenses gastan unos 50.000 millones de dólares al año en el tratamiento del dolor de espalda.

Hay muchas causas posibles de la lumbalgia. Por lo general, se debe a un traumatismo provocado por una tensión repentina en la columna vertebral. Pero debes saber que el dolor de espalda también puede ser señal de una enfermedad más grave llamada espondilitis anquilosante (EA).

Síntomas y signos de advertencia de la espondilitis anquilosante

A diferencia del dolor de espalda habitual, la EA no está causada por un traumatismo físico en la columna vertebral. Se trata más bien de una enfermedad autoinmune crónica causada por la inflamación de las vértebras y los huesos de la columna vertebral. La EA es una forma de artritis espinal.

Los síntomas más comunes son brotes intermitentes de dolor y rigidez en la columna vertebral. Sin embargo, la enfermedad también puede afectar a otras articulaciones, así como a los ojos y los intestinos.

En la EA avanzada, el crecimiento óseo anormal o la calcificación de los ligamentos de los cuerpos vertebrales de la columna vertebral pueden provocar la fusión de las articulaciones. Esto puede reducir gravemente la movilidad.

Las personas con EA también pueden experimentar inflamación en otras articulaciones, como las rodillas y los tobillos, y pueden desarrollar problemas de visión debido a la inflamación de los ojos.

Estos son los signos de advertencia de la EA:

1. Tiene un dolor inexplicable en la parte baja de la espalda

El típico dolor de espalda suele mejorar tras el reposo. El SA es lo contrario. El dolor y la rigidez suelen empeorar al despertar.

Mientras que el ejercicio puede empeorar el dolor de espalda habitual, los síntomas del SA pueden mejorar después del ejercicio.

El dolor lumbar sin motivo aparente no es típico en los jóvenes. Los adolescentes y los adultos jóvenes que se quejan de rigidez o dolor en la parte baja de la espalda o en las caderas deben ser evaluados por un médico para detectar la AS.

El dolor suele localizarse en las articulaciones sacroilíacas, donde se unen la pelvis y la columna vertebral.

2. Tiene antecedentes familiares de EA

Las personas con determinados marcadores genéticos son susceptibles de padecer EA. Pero no todas las personas con los genes desarrollan la enfermedad, por razones que siguen sin estar claras.

Es posible que tenga genes heredados que le hagan correr un mayor riesgo de padecer EA si tiene un pariente con ella:

  • AS
  • artritis psoriásica
  • artritis relacionada con la enfermedad inflamatoria intestinal

3. Es joven y tiene un dolor inexplicable en los talones, las articulaciones o el pecho

En lugar de dolor de espalda, algunos pacientes con EA experimentan primero dolor en el talón o dolor y rigidez en las articulaciones de las muñecas, los tobillos, las rodillas u otras articulaciones.

Los huesos de las costillas de algunos pacientes se ven afectados en el punto en el que se unen a la columna vertebral o en el que las costillas se unen al esternón. Esto puede causar opresión en el pecho, lo que dificulta la respiración.

Hable con su médico si se produce o persiste alguna de estas condiciones.

4. Tu dolor puede ir y venir, pero está subiendo gradualmente por tu columna vertebral, y está empeorando

La EA es una enfermedad crónica y progresiva. Aunque el ejercicio o los medicamentos para el dolor pueden ayudar temporalmente, la enfermedad puede empeorar gradualmente. Los síntomas pueden ir y venir, pero no cesarán por completo.

A menudo, el dolor y la inflamación se extienden desde la parte baja de la espalda hasta la columna vertebral. Si no se trata, las vértebras pueden fusionarse, provocando una curvatura de la columna hacia delante (cifosis).

Esto puede evitarse si la enfermedad se diagnostica a tiempo y se inicia un tratamiento temprano.

5. Obtiene alivio de los síntomas tomando AINE

Al principio, las personas con EA obtendrán un alivio sintomático con los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) comunes de venta libre, como el ibuprofeno o el naproxeno.

Sin embargo, estos medicamentos no alteran el curso de la enfermedad.

Si sus médicos creen que tiene EA, pueden recetarle medicamentos más avanzados. Estos fármacos se dirigen a partes específicas de tu sistema inmunitario responsables de la respuesta inflamatoria.

Los componentes del sistema inmunitario denominados citocinas desempeñan un papel fundamental en la inflamación. Dos de ellas, el factor de necrosis tumoral alfa y la interleucina 10, son objeto de modernas terapias biológicas.

Estos fármacos pueden ralentizar la progresión de la enfermedad.

¿Cómo se siente el dolor de la EA?

Normalmente, el dolor que se siente con la EA es un dolor sordo y continuo. Por lo general, puede sentir algo de lo siguiente:

  • rigidez y aumento del dolor por la mañana después de despertarse, que disminuye a lo largo del día al moverse
  • dolor que empeora durante el sueño, lo que puede despertarle
  • alivio con ejercicios ligeros, estiramientos o una ducha caliente
  • el dolor puede moverse de un lado a otro, sobre todo al principio
  • síntomas que se alivian temporalmente y vuelven a aparecer más tarde
  • dolor e inflamación en otras partes del cuerpo además de la columna vertebral, como las costillas, los hombros, las rodillas, los tobillos, los pies, los talones o el tendón de Aquiles

Además del dolor, otros síntomas de la EA son

  • fatiga debido a que el cuerpo se enfrenta a la inflamación
  • restricción del movimiento en el pecho, lo que dificulta la respiración
  • ojos dolorosos y rojos
  • síntomas neurológicos, como nervios pinzados o problemas musculares
  • problemas cardiovasculares, como inflamación de la aorta, valvulopatía aórtica y cardiopatía isquémica

¿A quién suele afectar la EA?

La EA es más probable que afecte a los hombres jóvenes, pero puede afectar a cualquiera. Los síntomas iniciales suelen aparecer entre el final de la adolescencia y el principio de la edad adulta. Sin embargo, la EA puede desarrollarse a cualquier edad.

La tendencia a desarrollar la enfermedad es hereditaria. Un marcador genético denominado HLA-B27 puede indicar un mayor riesgo de padecer AS, pero no siempre está presente en quienes la padecen y no garantiza que la vayas a desarrollar.

No está claro por qué algunas personas padecen AS y otras no.

Los antecedentes de infecciones gastrointestinales o genitourinarias también pueden aumentar el riesgo de desarrollar EA, según el National Institute for Health and Care Excellence (NICE).

¿Cómo se diagnostica la EA?

No existe una prueba única para la EA. El diagnóstico implica un historial detallado del paciente y un examen físico que incluya:

  • examen físico y preguntas sobre el dolor
  • pruebas de movilidad para determinar la flexibilidad y el movimiento
  • análisis de sangre para detectar marcadores genéticos como el HLA-B27
  • pruebas de imagen, como una tomografía computarizada, una resonancia magnética o una radiografía

Algunos expertos creen que la IRM debería utilizarse para diagnosticar la EA en las primeras fases de la enfermedad, antes de que aparezca en una radiografía.

Cuándo hablar con su médico

Si observa que su dolor lumbar (o el dolor en otras articulaciones) dura más de lo que esperaba o que los síntomas empeoran con el reposo, puede ponerse en contacto con su médico para que le haga pruebas.

Actualmente no hay cura para la EA, pero se pueden reducir los síntomas y ralentizar la progresión de la enfermedad:

  • detectarlo de forma precoz
  • iniciar un tratamiento médico
  • realizar ejercicios específicos de fisioterapia y entrenamiento postural

Los tratamientos están avanzando, lo que le ayudará a llevar una vida activa y plena con la EA.

Consulte a su médico para ver qué puede estar detrás de su dolor de espalda.

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